En el proceso de elaboración, crianza, embotellado y consumo de los mostos, vinos o derivados de estos, se producen una gran cantidad de sustancias o materiales de desecho, de los cuales existen unos que pueden ser aprovechados y derivados para otros usos, pero muchos otros no lo son, siendo estos últimos vertidos al medio ambiente contribuyendo a su degradación.
Recordemos que la producción de vino, no comienza en la bodega con la recepción de la uva, sino en el viñedo, y es precisamente ahí, sobre todo con la aplicación de fitosanitarios donde existe un mayor impacto en el medio ambiente, además también afectan, aunque en menor medida, las prácticas de fertilización poco racionales. Aunque tanto para los fitosanitarios como para la fertilización ya destinaremos otro artículo para tratarlos más profundamente.
Tenemos que tener en cuenta también que en la producción del vino, no solo intervienen materiales propios de la uva, sino también otros productos o materiales que son utilizados bien en su proceso de elaboración, o a lo largo del circuito comercial, y que pueden ser vertidos también al medio ambiente.
Por último, también debemos sumar la utilización de productos de limpieza y desinfección, materiales de filtración, productos enológicos, materiales de envasado, materiales de embalaje, etc.; todos ellos son considerados efluentes derivados de la actividad vitivinícola, donde el agua, como elemento principal de limpieza juega un papel esencial.
Calidad del agua enológica
La calidad del agua que se usa en la industria agroalimentaria, lo que incluye a las bodegas, exige que el agua sea potable, es decir, apta para el consumo humano, aunque para algunos destinos pueden necesitarse ciertos requisitos complementarios, como puede ser ausencia de sales para agua destinada a calderas o pureza microbiológica para la limpieza de las líneas de embotellado
En la bodega podemos encontrar nos 3 tipos de aguas distintos, donde cada una tiene que cumplir ciertas especificaciones:
Aguas pluviales. Deben ser separadas escrupulosamente de las aguas residuales. Estas tienen una carga contaminante prácticamente nula, con lo que se vierten directamente al medio ambiente
Aguas de intercambio calórico. Son empleadas para sistemas de intercambio de calor, tanto refrigerantes como calentadores. Al terminar su cometido tienen una carga contaminante parecida a la de las pluviales, por lo que se pueden mezclar con estas siempre y cuando no hayan sufrido contaminación durante el proceso; los criterios para que cumplan esto son:
Turbidez ≤ 50/mg/l
Dureza ≤ 50 grados franceses
Hierro ≤ 0.5 mg/l
Manganeso ≤ 0.5 mg/l
Se recomienda que para las aguas que se usen en sistemas de intercambio de calor, calderas, generadores de vapor, lavadoras, pasteurizadores etc., se tenga especial cuidado con la dureza del agua, ya que el agua a temperaturas de 60-70 º producen incrustaciones a partir de 16 grados franceses de dureza; por lo que si se sospecha de que el agua posee cierta carga salina lo mejor es utilizar un sistema de resinas de intercambio iónico y de fosfatos para ablandar estas aguas.
Aguas de limpieza. Son utilizadas para el lavado e incluso desinfección del edificio e instalaciones, deben ser perfectamente potables desde el punto de vista microbiológico y además cumplir con la normativa española y europea vigente; para esto se recomienda que cumplan los siguientes requisitos:
Por último, no dudes en leer las noticias de nuestro blog si quiere aprender más sobre todo lo que tenga que ver con seguridad y calidad alimentaria y medio ambiente
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